jueves, 3 de julio de 2008

A veces te ahogas en tu propia pesadez. Te asfixias entre palabras, canciones, paisajes, recuerdos… esta extraña afición tuya de complicarte la vida y de entregarte sin reservas a las causas perdidas. Planes de futuro, planes de pasado, ilusiones, decepciones, odios y querencias, adornos y más adornos. Parole, parole, parole… y puro teatro…
Procuras pisar firme y mirar a tu alrededor buscando las cosas que de verdad tienen sentido… y a veces lo consigues… pero normalmente regresas, para no perder esa costumbre que arrastras desde hace años, a ese doble cedé de Sabina que tantos momentos te ha regalado cuando nadie te ve (sólo yo) en esta sala de espera sin esperanza donde te sientes absurda como un belga por soleares o perdida como un quinto en día de per
miso, cuando trepas por los recuerdos como una enredadera que no encuentra ventanas donde agarrarse y enciendes un cigarrillo preguntándote quién te ha robado el mes de abril… a pesar de que la respuesta es bien secilla: YO misma te lo he robado, porque algunas veces vuelo y otras veces me arrastro demasiado a ras del suelo… sobre todo cuando el alma necesita un cuerpo al que acariciar y a pesar de que me sobran los motivos para no dejar la puerta de mi habitación abierta por si acaso se le ocurre regresar.
¿Pero quién tiene que regresar? ¿Es que alguna vez hubo alguien? ¿Alguien que no fuese esa amante inoportuna que se llama soledad? ¿Quizá ha habido algo que no haya durado lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks? A la mierda. Ya estoy cansada de que seas el fantoche que va en romería con la cofradía del Santo Reproche. Sobre todo porque casi siempre soy yo la que recibe los reproches.
Y es que sabes bien que tu no quieres calor de invernadero, ni besar su cicatriz, ni sembrar, ni compartir, ni saber por qué lo hiciste… yo no quiero contigo… ni sin tí.

TÚ sólo quieres que las verdades no tengan complejos, que las mentiras par
ezcan mentiras, que ser valiente no salga tan caro y que ser cobarde no valga la pena… que no te compren por menos de nada y que no te vendan amor sin espinas. Al final… solo hay una cosa totalmente cierta: que la vida sigue como siguen las cosas que no tienen mucho sentido. Y que este adiós no maquilla un hasta luego… y que este nunca no esconde un ojalá. Y a pesar de que buscas acaso un encuentro que te ilumine el día y de que no hallas más que puertas que niegan lo que esconden… no te rindas jamás… porque aún no es demasiado tarde, princesa…

Las Amos AMIGAS

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